Importancia de la
enseñanza de las ciencias en la sociedad actual
Este
capítulo pretende poner de relieve las implicaciones de la ciencia y la
tecnología en la sociedad actual. Esto conlleva la necesidad de que la
población en su conjunto posea una cultura científica y tecnológica, que le
permita comprender un poco mejor el mundo moderno y ser más capaz de tomar
decisiones fundamentadas en la vida cotidiana.
Asimismo, en este capítulo se fundamenta
la conveniencia de prestar una especial atención a la educación científica de
los estudiantes de 11 a 14 años y ara ello se defiende el diseño de un
currículo específico para estas edades.
Vivimos en una sociedad en que la ciencia
y la tecnología ocupan un lugar fundamental en el sistema productivo y en la
vida cotidiana en general. Parece difícil comprender el mundo moderno sin
entender el papel que las mismas cumplen. La población necesita de una cultura
científica y tecnológica para aproximarse y comprender la complejidad y
globalidad de la realidad contemporánea, para adquirir habilidades que le
permitan desenvolverse en la vida cotidiana y para relacionarse con su entorno,
con el mundo del trabajo, de la producción y del estudio. Las Ciencias de la
Naturaleza se han incorporado en la vida social de tal manera que se han
convertido en clave esencial para interpretar y comprender la cultura
contemporánea.
Es importante acceder a los conocimientos
científicos por muchas y múltiples razones, pues como dice Claxton (1994)
«importan en términos de la búsqueda de mejores maneras de explorar el
potencial de la naturaleza, sin dañarla y sin ahogar al planeta. Importan en
términos de la capacidad de la persona para introducirse en el mundo de la
Ciencia por placer y diversión. Importan porque las personas necesitan sentir
que tienen algún control sobre la selección y el mantenimiento de la tecnología
que utilizan en sus vidas ... e importan porque la Ciencia constituye una parte
fundamental y en constante cambio de nuestra cultura y porque sin una
comprensión de sus rudimentos nadie se puede considerar adecuadamente culto,
como dijo C.P. Snow hace muchos años».
La adquisición de una metodología basada
en el cuestionamiento científico, en el reconocimiento de las propias
limitaciones, en el juicio crítico y razonado, debe insertarse en todo proyecto
de desarrollo de la persona y colaborar en la formación de un ciudadano capaz
de tomar sus propias decisiones, ya que prepara y favorece una actitud crítica,
razonable. Como dice Gil (1996), «la influencia creciente de las ciencias y la
tecnología, su contribución a la transformación de nuestras concepciones y
formas de vida, obligan a considerar la introducción de una formación
científica y tecnológica (indebidamente minusvalorada) como un elemento clave
de la cultura general de los futuros ciudadanos y ciudadanas, que les prepare
para la comprensión del mundo en que viven y para la necesaria toma de
decisiones».
Nuestra preocupación se centra en cómo
podemos contribuir a desarrollar e incentivar en las personas la capacidad para
aprender. Indudablemente que no es tarea única ni exclusiva de la enseñanza de
las ciencias, ni ella por sí sola podrá lograr cambios significativos. Pero sí
debemos cuestionarnos cómo la enseñanza de las ciencias puede contribuir a que
los jóvenes adquieran los instrumentos y destrezas adecuados y pertinentes para
aprender y seguir aprendiendo, de manera que puedan conocer, interpretar y
actuar en el mundo que les toque vivir, donde lo único constante será el
cambio. Por otra parte ese cambio se debe en gran parte al impacto del binomio
ciencia-técnica. Esto nos conduce a preguntarnos qué conocimientos, desde el
punto de vista individual y social, le son necesarios a cada individuo para
administrar la vida cotidiana, enfrentarse e integrarse de manera crítica y
autónoma a ella y ser capaces de tomar decisiones.
La enseñanza de las Ciencias de la
Naturaleza debe estimular, entre otros aspectos:
— la curiosidad frente a un fenómeno
nuevo o a un problema inesperado
— el interés por lo relativo al ambiente
y su conservación
— el espíritu de iniciativa y de
tenacidad
— la confianza de cada adolescente en sí
mismo
— la necesidad de cuidar de su propio
cuerpo
— el espíritu crítico, que supone no
contentarse con una actitud pasiva frente a una «verdad revelada e
incuestionable»
— la flexibilidad intelectual
— el rigor metódico
— la habilidad para manejar el cambio,
para enfrentarse a situaciones cambiantes y problemáticas
— el aprecio del trabajo investigador en
equipo
— el respeto por las opiniones ajenas, la
argumentación en la discusión de las ideas y la adopción de posturas propias en
un ambiente tolerante y democrático.
La importancia de la enseñanza de las
ciencias en la sociedad actual es hoy plenamente reconocida. Este
reconocimiento, unido a la creciente preocupación por el fracaso en lograr que
los alumnos adquieran conocimientos científicos, ha conducido a proponer la
introducción de la enseñanza de las ciencias a edades más tempranas. Faltan,
sin embargo, propuestas de currículos sugerentes sobre todo para la enseñanza
obligatoria, que contribuyan al desarrollo de capacidades científicas y
promuevan a la vez un afecto y un gusto por su aprendizaje, sin distinción de
sexos ni procedencias sociales.